Me gustan los idiomas en general y además de eso, adoro encontrar libros en diferentes lenguajes. Puedo encontrar un libro en ruso en una librería y aún así llevármelo a pesar de no entender nada. «¡Pero sólo acumulas!», «¡Lo haces para aparentar!» a veces suelo escuchar de forma directa o indirectamente. Me importa un carajo señores, soy una persona fácil, veo algo que me hace palpitar el corazón y me lo llevo. Y eso es lo que producen diferentes símbolos en mí, esa palpitación llamada curiosidad.
Además de la curiosidad, comprarme muchos libros del idioma que estudio me sirven como motivación (porque la mayoría de las veces no son de mi nivel sino superior) y a la vez como regaño para cuando decaigo con el estudio. Suelo pararme frente a mi estantería y mi cerebro dice: ¡Gastaste mucha plata en esto, más te vale estudiar lo suficiente para por lo menos leerlos! Y así es como de nuevo empiezo mi ciclo. Y ojo, los libros que ven allí, salvo el de gramática, los compré en una librería MUY baratos.
Dejando de lado la pronunciación, leer y encontrar palabras que soy capaz de reconocer me hace muy feliz. Es como si a mi cerebro le diese galletas de recompensa como suelen hacer con los perros en pleno entrenamiento.
Navego por diferentes géneros, diferente cantidad de páginas y diferentes estilos de libros. Me parece esencial tener uno en mano cuando se estudia, odio las fotocopias. Y esa es una de las razones por las cuales abandoné japonés. Encontraba diccionarios, libros para aprender japonés en una semana (pff) y nada más. Necesitaba urgente un libro, y no algo impreso. Como verán, soy muy exigente con eso.